Sunday, January 10, 2016

La Huyustus: de vendedoras de quesos a comerciantes globales

Pagina Siete
Ivone Juárez

Fue una tarde, a fines de la década de los años 70. El tren que venía de Argentina se atrasó. Ante la tardanza y temiendo perder más compradores, los viajeros de Charaña - en su mayoría mujeres- que traían quesos a la ciudad de La Paz se quedaron en la parte superior del riel de la avenida Buenos Aires, justo frente a la calle Huyustus, ese desecho sobre el río Panteón que intentaba ser una calle.
La vía había sido nominada Huyustus en 1950, en homenaje al indígena que había organizado al pueblo aymara en el valle de Chuquiago, antes de la llegada de los españoles.
"La Huyustus era un basurero. Hueco por allí, hueco por allá. Todas las casas eran de abobe, unos cuartos que estaban sobre los cerros, al borde del río Panteón, que sigue corriendo por aquí abajo”, cuenta Clara Contreras, vendedora del mercado que se convirtió en uno de los más importantes de Bolivia por la cantidad de productos que en él se comercializan.


Ella vio ese día que las viajeras de Charaña habían cambiado de lugar para vender sus quesos. Vendía galletas, sidras, mortadelas y jabón que "rescataba” en la Estación Central del tren de los viajeros a Argentina para comercializarlos en el Mayamicito, el mercado de productos importados más frecuentado entonces por los paceños.

"Los vendedores siempre seguíamos a los viajeros, porque a donde ellos iban, iba la gente para comprarles. Éramos unas 20 mujeres que los seguimos y comenzamos a tender a su lado nuestros nailones en el piso para vender”, cuenta Clara.
Al principio la venta era mínima y la única competencia que tenían esas 20 mujeres era la tienda de pan de doña Pastora.
Clara comenzó en ese nuevo mercado vendiendo chamarras, que adquiría de los mayoristas que se congregaban en la avenida Tumusla, "donde no había ni una galería”.
"Después vendí chompas, poleras; luego cepillos de pelo, toallas y piedras pómez, que los tengo hasta ahora. Al tiempo decidí vender cosméticos, que traje de Santa Cruz, hasta que una viajera de Charaña trajo una grabadora que hacía tocar música. Así he ido cambiando, a lo que la tecnología fue cambiando”, afirma la mujer mientras mira su puesto colmado de los más novedosos productos electrónicos para el cuidado personal: afeitadoras, secadoras, masajeadores, depiladoras, etcétera.
La historia de Clara es muy parecida a la de la Huyustus, que comenzó a formarse con puestos tendidos en el piso, que poco a poco fueron incrementándose, "beneficiando a los dueños de las casas del lugar que sobre los cuartitos de adobe elevaron edificios y galerías”, asegura Julieta Pardo, otra de las mujeres que comenzó a dar vida al mercado. Ella llegó al lugar en la década de los años 90 para vender piedras pómez.
De vendedores a viajeros
Con el tiempo, muchas de esas comerciantes, como Natividad Saca, vendedora de calcetines, decidieron convertirse en viajeras. Primero con destino a Oruro y luego a Iquique, donde descubrieron que podían hacer negocios directamente con los productores de la mercadería que vendían en la Huyustus: los asiáticos. A inicios de los 2000 Natividad ya traía calcetines en contenedores y los distribuía entre sus compañeros vendedores.
"Vencieron miedos y se lanzaron hasta Corea, China, India, Egipto, todo para traer la mercadería directamente. A ellas se sumaron sus familias y se convirtieron en grandes mayoristas”, comenta una vendedora que prefiere guardar su identidad. "Pero no todas somos mayoristas (viajeras). La mayoría somos minoristas, sólo vendemos lo que ellos traen y ganamos apenas para la comida”, se apresura a aclarar.

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Las casas de adobe se convirtieron en enormes galerías

Entre esas familias que se han convertido en comerciantes globales, que viajan por el mundo, buscando las últimas novedades de los diferentes productos de consumo masivo para vender en la Huyustus, se encuentran, por ejemplo, los Quisbert, que importan electrodomésticos; los Clavel, que traen adornos en general para el hogar; y los Aquice, los Sirpa y Fuertes, quienes se encargan de surtir el centro de abasto con los juguetes más novedosos.
Estos comerciantes no sólo surten el mercado paceño, también aprovisionan los centros comerciales de Cochabamba, Santa Cruz y de ciudades de Chile y Perú, desde donde llegan negociantes para llevar mercadería a sus países.
"La Huyustus es el mercado de Bolivia. Hasta negociantes de Chile, Perú y Brasil vienen a comprar porque se encuentra todo y los precios son competitivos”, afirma Germán Mamani, secretario general de los comerciantes del centro de abasto.
Pero el mercado que encierra una gran cantidad de fortunas familiares es demasiado vulnerable. Hace unos días se incendió dejando sin puestos de venta a casi 200 de sus afiliados que aseguran haber perdido todo en el siniestro.
"Nos vamos a levantar, siempre los hacemos”, afirma Julieta Pardo mientras conversa con tres mujeres que como ella perdieron todo en el incendio.


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Queseras se mantienen en el lugar, a la entrada de la Huyustus

Mujeres vendedoras, 70%
La Huyustus no ha perdido la esencia con la que nació: el presencia de la mujer. Muestra de esto es que el 70% de sus afiliados es femenino.
"La gran mayoría somos mujeres solas que hemos criado y criamos a nuestros hijos, solas. Siempre ha sido así, las mujeres solas hemos sido emprendedoras”, afirma Julieta Pardo.
Y esa gran cantidad de mujeres que vende un sinfín de productos en el mercado enfrenta graves problemas de salud que -aseguran- son consecuencia de su vida sedentaria en el puesto de venta.
"Hace tiempo hubo una campaña de salud y nos detectaron que la mayoría sufrimos de reumatismo, artritis y cáncer. El cáncer está matando a muchas afiliadas y no contamos con un seguro de salud”, lamenta otra de las comerciantes. Ella llegó al mercado en los años 80, cuando su esposo perdió el trabajo. "A mí no me gustaba estudiar, me gustaba el negocio”, dice.

El 21060 "hizo” más comerciantes
A mediados de la década de los años 80, en 1985, cuando se lanzó el decreto 21060, el mercado Huyustus se convirtió en una fuente de trabajo para cientos de mineros que perdieron sus fuentes laborales. "La Huyustus fue formada también por desocupados. La suma de esos compañeros mineros desocupados ha sido fundamental”, dice Germán Mamani.
El mercado fue fundado oficialmente el 25 de octubre de 1982 como Asociación de Comerciantes Minoristas de Artículos en General Huyustus, gracias a la gestión de uno de los miembros de la asociación "que era viceministro de la presidenta Lidia Gueiler”.
"Se llamaba Francisco Figueroa”, cuenta Mamani.
Freddy Ormachea recuerda que entre los comerciantes que firmaron el acta de fundación estaban los miembros de la familia Chirinos, Celia Espinosa, Mario Rocha y otros. Hoy, la Huyustus cuenta con 1.300 afiliados: 800 estables, el resto feriantes y ambulantes.

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